Es una enfermedad que afecta a las encías y a los tejidos de soporte del diente.
Si la placa bacteriana no se retira cuidadosamente, cada día cepillándose y ésta se endurece se convierte en una sustancia dura llamada cálculo (sarro). Las toxinas que produce esta placa bacteriana irrita las encías. Al permanecer estas toxinas en la boca provocan que las encías se desprendan de los dientes y se formen las bolsas periodontales. Si la enfermedad avanza las bolsas periodontales aumentan y la placa bacteriana penetra más hasta llegar al hueso que sostiene a los dientes.
Existen distintas formas de enfermedad periodontal:
– Gingivitis: Encías rojas, inflamadas y sangran facilmente.
– Periodontitis ligera: Si la gingivitis persiste progresa hasta esta periodontitis, donde ya se comienza a destruir hueso y tejidos de sostén del diente.
– Periodontitis moderada avanzada: Es la forma más avanzada de la enfermedad donde ocurre una extensa pérdida de hueso y tejido gingival.
– Periodontitis juvenil: Ocurre en adolescentes y ocasiona una pérdida rápida del hueso alrededor de los dientes. Puede iniciarse cerca de la pubertad. Se caracteriza por una fuerte inflamación de encías. Es una de las periodontitis más agresiva.
Existen unos síntomas y señales que pueden alertarnos de que algo ocurre en nuestra boca como son:
– Encías blandas, inflamadas y enrojecidas.
– Sangrado al cepillarse y al usar seda dental.
– Mal aliento contínuo.
Un cepillado correcto tres veces al día, así como el uso de la seda dental es lo que ayudará a prevenir esta enfermedad o ralentizarla si es que existe una predisposición genética.
Antes de comenzar un tratamiento de ortodoncia es importantísimo asegurarse de que el paciente no presenta enfermedad periodontal activa, y sólo si el paciente está periodontalmente estable el ortodoncista podrá comenzar con el movimiento dentario.
